Ámame
Pero quédate,
sostén mi mano y no te alejes,
porque en tus pupilas tengo nido
y sin ellas yo no existo.
Capítulo I
Catarina lo observó con sorpresa primero, y Roberto pudo leer en su rostro, casi como en un libro, el brillo de gusto de ella cuando lo observo de cerca. De inmediato se dio cuenta de que se acercó a una peligrosa trampa.
Tomó el primer trago de tequila y pidió otro al mesero, acto seguido, dio una rutinaria mirada al rededor, no
Leer másSiendo una adolescente, Sara tenía respecto a su edad, una peculiaridad: raras veces se le miraba sin un libro, y
Leer másEl amor tiene sus ojos Era una noche fría, el viento helado mecía suavemente las ramas de los árboles en
Leer más