Capítulo III
A la mañana siguiente Catarina preparaba sus tostadas y café para desayunar cuando escuchó el timbre de la puerta de su apartamento, abrió la puerta y sin ver a la joven que entró por la puerta dijo:
-Cierra la puerta, ¿quieres café?
-Con leche por favor- respondió Tatiana, una joven de tez blanca y cabello claro, su hermana.
-¿A qué debo tu madrugadora visita?-Preguntó Catarina mientras servía café en una taza.
-Ayer vine en la noche y no te encontré.
-Pues si no me encontraste fue porque no estaba.
-Obvio Cata. ¿Dónde estabas?
-Tomando aire.
-Te espere hasta muy tarde- insistió Tatiana.
-Es que llegue muy tarde.
-Bueno obviamente no me vas a contar en qué andas- dijo resignada mientras tomaba su café.
-Pues no. -cerró Catarina muy divertida ante el enojo fingido de su hermana menor.
-Por ahora…-dijo Tatiana retandola
-¿Y Carlos? ¿Se hah visto? -inquirió Catarina.
-No hablemos de cosas tristes, ¿si?
-Uy, ¿Desde cuando Carlos es una cosa triste? -pregunto Catarina muy divertida.
-Desde que me di cuenta que es hijo de Alfredo.
Catarina escupió todo el sorbo de café que acababa de tomar y tuvo que toser para no atragantarse.
-¿Qué?- Alcanzó a preguntar entre la tos. Tatiana se levantó y le sirvió un vaso con agua a su hermana para luego volver a su silla junto a la pequeña isla de la cocina.
-¿Alfredo? ¿Alfredo? ¿el Alfredo que yo conozco? ¿Tu ex novio Alfredo?- pregunto Catarina con una cara de sorpresa que a su hermana le hizo mucha gracia.
-Sí, el mismo -respondió Tatiana con resignación.
-¿Tatiana ustedes tenías cuatro meses viéndose, ¿cómo es que no te enteraste en todo este tiempo? ¿Su apellido no te dijo nada?
-Ayyyy Cata Orozco es un apellido frecuente.
-¿Nunca te llevó a su casa?
-Carlos sí, pero no veo por qué Alfredo me iba a llevar a conocer la casa de su ex mujer y su hijo Cata, ¡¿cómo lo iba a imaginar?!
-Pues lo conociste en la fiesta de cumpleaños de Alfredo, supongo que debíamos imaginar que había un vínculo con él.
-Nunca lo consideré así -comentó Tatiana muy pensativa con rostro de que algo en su mente encajó e hizo clic.
Caratina reía fría y desmesuradamente ante la desgracia de su hermana.
-Ay Tati, esta es una de las cosas que solo a ti te pueden pasar.
-Muy divertido ¿ah? – comentó irónicamente con el entrecejo fruncido hacía su hermana mayor.
-Perdón Tati, tienes razón- dijo Catarina tomando un sorbo de café para recomponerse – ¿Qué dijo Carlos cuando se enteró?
-Aún no lo sabe.
-No puede ser, Tati, ¿por qué no le has dicho? ¿ Cómo fue que tu te enteraste y él no?
-Hace tres noches salimos a bailar y nos encontramos con Alfredo, Carlos lo llevó a nuestra mesa para presentarlo como su padre. Ay Cata, ¡No te puedo explicar mi reacción! Sentí que me quede inmóvil por más de un minuto, no sé cómo hice para recuperar mi voluntad y lo salude lo más casualmente que pude, como que hubiera sido la primera vez en mi vida que lo había visto. Tendrías que haber visto mi temple !Mucho gusto Don Alfredo!-terminó Tatiana haciendo la mueca de un saludo.
Catarina se soltó en carcajadas.
-Cata deja de reírte, no es divertido.
Catarina le dirigió una mirada pícara de complicidad
-¡Segura que no te divierta ni un poco?
Tatiana la observó un momento y sin mayor esfuerzo en un instante ambas estaban sosteniéndose el abdomen por tanto reírse.
-Tienes razón, estas cosas solo me pasan a mí- comentó Tatiana al recuperar el aliento.
-¿Y crees que Alfredo no le haya comentado ya algo? Ustedes tuvieron una relación de más de un año. ¿Cómo se lo estará tomando?
-No sé, pero estoy segura que no le ha contado nada porque he visto a Carlos todos estos días y no he notado ningún cambio en su comportamiento.
-Me parece que deberías ser tu quien le cuente a Carlos.
-¿De verdad crees que sea necesario que lo sepa?- preguntó Tatiana con una mueca en el rostro.
-¿Tú qué crees? -Preguntó sarcásticamente Catarina.
– Carlos me gusta mucho. ¿Es muy bizarro?
-Tati eso depende de ustedes dos. Solo se trata de lo que les parezca a los dos. Vas a tener que hablar con Carlos y ojalá lo más pronto posible.
-Odio cuando tienes razón. De todas formas no tengo mucha cabeza para eso ahora, estoy ocupandome de algunos preparativos para la cena que dará papá mañana, vas a venir verdad?
-¿Crees que exista la posibilidad de que olviden mi ausencia en una de sus fiestas?
-No- sentenció Tatiana.
-Entonces no creo que tenga opción.
-¿Ya tienes un vestido? ¿Quieres ir de compras conmigo?
-Si quieres te acompaño pero yo no voy a gastar ni un centavo en un vestido para ir a un evento al que voy ya de mala gana.
-Mamá se molestara -dijo Tatiana.
-Tendrá que aguantarse la molestia hermanita. Y agradece que le de motivos para molestarse conmigo antes que se entere que te ligaste a padre e hijo.- Catarina liberó una risotada que evidentemente tenía guardada esperando explotar.
A unas cuadras Roberto salía de “Lenotre” una cafetería en el centro de la ciudad con los mejores postres, pero lo que atraía a Roberto era el café servido que tenían para él antes incluso que de apareciera por la puerta, pues era cliente de todos los días. Camino unas cuadras hacia su oficina y antes de alcanzar a sentarse a su escritorio Rubén apareció por la puerta.
-Buenos días Rob
-Buenos días Rubén, llegas temprano.
-Quiero terminar mis pendientes temprano, por la tarde tengo una cita aunque no lo creas Camila y yo empezamos hoy terapia de pareja.
-Pues estas en lo cierto, no lo creo.
-Ayer logré que me escuchara al teléfono y ella lo propuso, no me encanta, pero es una forma de acercarme al menos.
-Pues admiro tu esfuerzo.
-¿Irás a la cena de Esteban Valverde mañana?
-Claro, no podemos faltar, tú también debes estar ahí.
-No me lo perdería por nada, dicen que su familia es interesante o bueno, peculiar.
-¿Cómo peculiar?-preguntó Roberto poniendo más interés en el café que tomaba que en la conversación de su hermano.
-Ya sabes, Don Esteban con todo su temple de hombre de negocios y su esposa toda una señora de sociedad, tienen dos hijas que según escuche siempre dan de qué hablar.
-Suena interesante Rubén pero debo terminar este reporte antes de las nueve, hablamos en el almuerzo de tus chismes de sociedad, ¿te parece?
-Como quieras, me voy con mis chismes pero me llevo este sándwich- dijo Rubén tomando una bolsa de papel del escritorio y apresurandose a la puerta de la oficina.
-Ese es tuyo, sabía que vendrías por mi desayuno- alcanzó a gritar Roberto.
Encendió su ordenador y empezó a escribir, entonces cruzó en su mente un recuerdo de la noche anterior aquella mujer misteriosa encima suyo haciéndole el amor.
Hizo un esfuerzo por desprenderse de aquel pensamiento y decidió que la próxima vez que la viera preguntaría su nombre.
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