La vi, y pareció que no habían pasado meses,
pareció que apenas ayer la había abrazado por última vez.
Y las conversaciones fueron las de siempre, como dos
personas que se encuentran casualmente y se ponen al corriente.
Y su amor implacable palpitaba en su mirada,
y su ternura tímida asomaba en sus palabras.
Como si recuperara un pequeño pedazo de su alma al verme,
como si recuperara un pedazo de mi corazón al encontrarla.
Los días parecían normales en su presencia,
como si nunca se hubiera ido,
como si nunca me hubiera marchado.
Y algo era mejor mientras estaba cerca,
todo era perfecto mientras nos vestía una sola bandera.
Pero cayó el inevitable peso del adiós,
y todo vuelve a ser dudas, todo incertidumbre.
Y recordamos el momento en que yo me marché
y el momento en que ella se fue.
Y volvemos a despedirnos con la herida
punzante de no saber, de ni siquiera sospechar,
cuántas vueltas dará la manecilla del reloj
antes que nuestros caminos se vuelvan a encontrar.
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Que hermoso Hija!! Dios te bendiga!! mejor expresado imposible, te amo mi princesa!!