Aquella tarde pasó muy rápido para Roberto y la noche también, no se dio cuenta cuando dieron la siete de la noche y él seguía en la oficina, solo se enteró de la hora por la llamada de Rubén, quien le pidió que le acompañara a tomar unos tragos en su casa. Roberto dedujo que la terapia de pareja con Camila debió salir mal.
Tras cinco años de matrimonio Roberto enfrentaba un inminente divorcio, para el cual, Roberto tenía la certeza, Rubén no estaba preparado.
Sabía que no podía dejarlo solo aquella noche, apagó su laptop, tomó su billetera y sus llaves y se marchó pensando en que aquella noche no le sería posible acercarse a Atico’s Bar.
Cuando Roberto entró al apartamento de Rubén éste ya había tomado la mitad de la botella de Ron que había sobre la mesa.
-¿Aún estabas en la oficina?- inquirió Rubén mientras le servía un trago a su hermano.
-Sí -fue la seca respuesta de Roberto mientras tomaba el vaso que su hermano le extendió.
-Camila me confesó que estuvo con alguien más estos días.- dijo ásperamente Rubén como un lamento.-creyó conveniente sentarme frente a un extraño para contármelo.
Roberto guardó silencio. Rubén siguió.
-Dijo que después de encontrarme con Sofía se sintió traicionada, sintió que no me debía nada, me echó en cara no valorar nuestra relación…-tomó un largo sorbo de su ron- Fue a un bar, encontró un conocido…-Rubén estaba visiblemente perturbado, respiro hondo un momento y siguió – El Psicólogo dijo que era bueno que habláramos de lo que nos pasa y expliquemos lo que sentimos. ¡Como si fuera tan fácil como hablar y ya! -Rubén respiro hondo, pero a pesar de su esfuerzo, su voz se quebró -Le dije que estoy arrepentido de lo que pasó con Sofía… lo arruine Rob.
-¿No seguirán la terapia? – preguntó serenamente Roberto.
-Acordamos que pensaremos en lo que nos ha pasado y lo que queremos, y decidiremos si queremos seguir con esto.
-Entiendo. Entonces eso vas a hacer Rubén. Vas a pensar en lo que quieres para tu futuro. Ya no te culpes, la culpa te encierra en un círculo infinito de pasados y hubieras que no concluyen en nada. No necesitas eso Rubén.
-No se como reparar esto.
-Primero debes estar seguro de querer volver con Camila.
-No hay nada que desee más.-Roberto vio los ojos de su hermano humedecerse.- Todas las noches despierto buscándola en la cama, abrazarla me ayudaba a dormir ¿sabes? Así que todas las noches me viene el punzante recuerdo de que destruí la pureza de la relación más real que he tenido. Cuando tomo el café cada mañana recuerdo que no tengo certeza de la cantidad de azúcar porque ella es quien servía el café para mí, y sonreía cuando lo hacía. Cada noche cuando vuelvo del trabajo quiero dar un paso atrás en vez de venir a este espacio inerte sin su beso y su sonrisa de encuentro.
Roberto posó su brazo en el hombro de su hermano mientras éste trataba de ahogar su llanto.
-Claro que quiero volver con Camila, mi vida es mejor con ella Rob. No es que me complemente ¿sabes? más bien es que me impulsa, me recuerda que puedo ser más y quiero todo con ella Rob. Pero yo rompí algo que no sé si podré reparar. Y ahora ella también…
-Ella actuó como cualquier ser humano herido actúa, a mi parecer. Está siendo honesta y creo que eso es dar un voto de fe a la relación de ustedes. Debes pensar muy bien donde estás, donde quieres estar y adonde vas pero no creo que en tu estado actual puedas pensar nada.
Roberto tomó la botella de Ron en la mesa y la guardó en una pequeña vitrina. Le sirvió a su hermano una soda y hurgo en la cocina en busca de algo útil para una cena decente. Aquella noche ambos hermanos cenaron juntos en casa, contaron chistes de la oficina y durmieron en la sala como dos adolescentes. Roberto pensó antes de quedarse dormido si la hermosa mujer de cabello ondulado habría llegado al bar aquella noche.
La mañana siguiente Rubén invitó a su hermano a desayunar cerca de la oficina, después de una noche de “goma sentimental” como le gustaba llamarlo, un café negro y un sandwish de carne lograban maravillas.
-Solo revisaré la propuesta del nuevo proveedor y me iré temprano, recuerda que hoy es la cena en casa del Sr. Valverde aunque si prefieres no ir…-dijo Roberto.
-Claro que voy, me servirá la distracción.
-Bien, entonces pasaré a la oficina de una vez.
-¿No vas a tu casa a bañarte?-
-¿Crees que sea necesario?- la pregunta de Roberto fue pícara y Rubén sonrió ante el descaro de su hermano. Sabía que bromeaba, Roberto podía ser bromista, pero en la oficina era disciplinadamente correcto.
Aquella noche Roberto asistió de mala gana a aquel evento, pero no podía permitirse no asistir, ni siquiera podía marcharse temprano, sería una falta de respeto hacia su nuevo cliente, pensó con un poco de pesar inesperado que nuevamente dejaría de asistir a aquel bar.
En eso pensaba mientras atravesaba la entrada a un pequeño recibidor, bien iluminado cuyas paredes estaban decoradas con pinturas abstractas muy coloridas.
-Bienvenido Roberto, me da mucho gusto que aceptaras mi invitación.- fue el cordial saludo de Esteban Valverde, un hombre mayor que con traje de etiqueta lucía aún más mayor de lo que era.
-Gracias por invitarme, Rubén debe estar por llegar.
-Rubén ya está aquí. -dijo Esteban Valverde mientras se acercaba una mujer mayor muy elegante- ella es Marila, mi esposa. -Presentó Esteban con un tono de orgullo.
-Mucho gusto- fue el cortés saludo de Roberto.
-Ponte cómodo por favor. -Respondió la Sra. Marila indicando a Roberto el camino a un salón más grande con amplios ventanales vestidos en cortinas blancas muy elegantes.
Roberto avanzó hasta una angosta y alta mesa llena de bocadillos y bebidas. En el salón había pocas mesas, todas ocupadas con pequeños grupos de personas desconocidas. Solo un momento después se acercó su hermano acompañado de un hombre alto moreno con buen porte.
-Llegaste más temprano.-señaló Roberto a su hermano.
-No quería dar una mala impresión, tu me matarías.- respondió Rubén sonriendo.- Mira Roberto te presento a Carlos Orozco, es el desarrollador detrás del nuevo sistema operativo de nuestra competencia.-Rubén guiño un ojo a su hermano mientras decía esto.
-Mucho gusto – Roberto saludo a Carlos con entusiasmo, aquella era una gran oportunidad.-He escuchado muchas cosas de su proyecto, ¿Podemos reunirnos alguna vez en mi oficina?
-Le daré mi tarjeta Roberto y acordaremos una entrevista en otro momento, ahí viene mi novia y si me escucha hablando de negocios esto dejará de ser una velada decente. – Y Carlos sonrió ampliamente.
Roberto vio acercarse a una mujer de tez blanca, cabello castaño claro con una sonrisa gentil y junto a ella, caminando despreocupadamente con una evidente sonrisa forzada, vistiendo un hermoso vestido rojo en el que bailaba su largo cabello ondulado, se acercaba la mujer misteriosa del bar.
Encuentra pronto el capítulo V.
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