Me duele la vida
de sal y de fuego,
de sangre y tormenta,
de hiel y de estruendo.
Tormenta incesante
que arruga hasta al tiempo,
que arrastra cimientos
de cuentos siniestros.
Me duelen tinieblas
de sueños despiertos,
de monstruos sangrientos
y encuentros perversos.
Perpetuo momento
de hiriente recuerdo,
pesadilla viviente
renacida del viento.
Tormenta de fuego
de invierno solemne,
que hiere la mente
e incinera inocentes.
Te llevas los días
de felices sonrisas,
los cambias por noches
en gritos de agonía.
Me duele esta vida
pariente del caos,
que encarcela esperanza
para traernos crueldad.
Me duele este verso
nacido del miedo,
encarcelado en un presente
de andar incoherente.
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