Sorprende a la noche amarga
una sonrisa de fe.
El viento arrastra la esperanza
entre la espesa neblina de dolor.
Aparece un paraíso
de entre las tinieblas,
al igual que lo haría una isla
de entre las profundidades del océano.
La oscuridad es de pronto
inexplicablemente clara,
y sus amenazantes tentáculos
son ahora inofensivos y sensatos.
La soledad se cansó
de estar sola,
busca ahora otras soledades,
en caminos lejanos, apenas visibles.
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