Enamorada empedernida
enviciada de tus besos,
sedienta de caricias
y de noches infinitas.
Añorar cada momento
nacido de nuestro encuentro,
es cura y místico poder
a tanta tiniebla del momento.
La tierra ruge en dolor,
la rabia ahuyenta a la esperanza,
y nos condena en represalias
la vida misma en amagos de terror.
Más aquí estás tú,
y tu sonrisa imperturbable,
cuál talisman milagroso
contagias de amor hasta al dolor.
Dedicame esa caricia
que trae a mi lecho alegría,
que olvida hasta la agonía
y se empapa en rebeldía.
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