El frío que trae tu recuerdo apenas y roza
el presente, tu ausencia es una realidad que abrazo
en los momentos en que más te amo, y la gentil
calidez de la noche me cobija porque no te espero más.
Cede el dolor su trono a la aceptación, y tu silencio
ya no lastima como en el pasado me devasto. Tu partida
me mato y agradezco la oportunidad de renacer, guardando
el más hermoso de los amores y mi voluntad.
Te amo como nunca y como siempre, con la calidez
que te entregue y la pasión que nos cobijo, pero con la nueva
sensación de no ser tuya y dejarte ir, respetando tus silencios,
cerrando las puertas que dejaste abiertas y abriendo otras nuevas.
Tu falta ya no hiere, y la inmensidad del cielo
es más hermosa ahora que no te busco en sus espacios.
No hay vacíos que me asfixien porque soy capaz de hacer
una vida sin guardar espacios para ti, amarte y ser feliz sin ti.
Así es y así será, hasta que la vida nos absuelva de culpas,
hasta que aprendamos a respetar este amor y abrazar
eternamente la sensación de nuestra compañía enamorada.
O hasta que aprendamos a olvidar y no nos amemos más.
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