El frío hiriente apenas amortigua
el recuerdo de los días en que fueron
tus brazos los que abrigaron mi piel,
hoy sólo es un pasado en la tormenta.
Y se desvanece en la memoria el beso
en tu cuello que condujo a la locura, cada
caricia cede al tiempo y la pasión se enfría
con cada adiós que hemos profesado.
Duerme en la tranquilidad de tu silencio
el deseo que un día encendió nuestro lecho,
descansan nuestros sueños en mis intentos
vacíos y mis espacios cada vez más lejos de ti.
Me susurra el amor que late con tu existencia
y se agita en tu recuerdo, solloza en tu lejania
pero camina en la oscura incertidumbre del quizás,
lo único que hemos sido capaces de cumplirle.
Despido al beso que murió sin lograr
su objetivo en tus labios. Quizás lo revivas
un día en la calidez de una caricia…
…pero quizás eso nunca más suceda.
Y es que el tiempo consume los deseos
que apenas sobreviven al olvido,
y tus caricias que me rozan en sueños
no son más que un pasado falleciente.
Pero no quiero convertirte en mi
asignatura pendiente ni vestirnos
en un eterno “quizás”. Tal vez aprendiendo
a perderte sea cuando mejor pueda amarte.
Y es que siempre serás el futuro que no alcance,
pero que tanto ame y desee.
Siempre serás la caricia más tierna
y el recuerdo más feliz del amor.
Comments (2)
Pasé por tu castillo y al ver luz me asomé.Que grande fue mi sorpresa encontarme con tu prosa que
viene de un corazón tierno y lleno de amor.Gracias poetisa por compartir tu alma sentimental; tu
pluma, agil y aguda, se clavó en mi alma de un poeta que ama la letra, como la amas tu.
Mario Beer-Sheva
Gracias Mario, en verdad me honran tus palabras llenas de una hermosa intención. Espero compartir espacios de hermosa lectura contigo. Saludos.