Ruge el mortero
y sale la bala,
se llevan al niño
que juega en la plaza.
A lo lejos una sirena
canta aterrada,
anunciando la llegada
del esbirro que vendió su patria.
Deambula espeluznante
la caravana del asesino,
repartiendo balas mensajeras
que arrebataran la vida de ellos mismos.
Y en las calles tenebrosas
vestidas de rabia y dolor,
corre la madre y abraza al menor
rogando al vecino les abra el portón.
El miedo respira
de nuestros suspiros,
y arrastra la vida
del inocente caído.
Hoy llora una mujer
que es hija y fue madre,
del niño sonriente
que bajo metros de tierra hoy duerme.
Y camina la culpa sin dueño
por el errante y frío viento,
que hiere y corta la vida
de la mujer sin hijo ni sueños.
Ruge el mortero
que recuerda al pueblo
que los días son noches
y las noches penumbras.
Ruge el mortero
en todos los caminos,
defendiendo el sueño
de un pueblo enardecido.
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